"Una historia triste de tiempos duros"
Exclusivo para Diario Literario Digital
Estaba en la ruina.
Fundido mal, hasta las manos.
El día de pago se iba corriendo, una verguenza.
Corría de boca en boca el secreto peor guardado: estábamos a punto de pasar a engrosar la legión de los desocupados.
-Fue bravo el final del menemato.
Un billete de los grandes bailaba en mi billetera desvencijada.
Y era mi cumpleaños...y a pesar de todo estaba contento.
Nos habían cortado el gas por falta de pago.
El tanque no bombeaba agua, porque era verano.
Y yo clavado frente a la vidriera de la panadería...soñando con esa torta de crema, merengue, durazno.
Me alcanzó para una pastafrola, doce sánguches de miga, unas velas decoradas.
El paquete me lo envolvieron de mala gana pero el moñito estaba lindo.
Como estábamos al pedo me dejaron salir mucho antes del trabajo.
Me mandé a pata para ahorrar las monedas del bondi.
-¡Qué calor que pasé ese día, la puta madre!
En una esquina me gritaron unos pendejos, desde un auto:
-¡Caminá más rápido, bola de grasa!
Bajé la vista, apuré el paso... las gotas de sudor me las limpiaba con el dorso de la mano.

Y cuando llegué, no me esperaba ni el perro.
Y quise meter las cosas en la heladera y no estaba.
Y quise ver qué temperatura hacía...pero la tele faltaba.
Firmada por ella, claro.
Y yo parado ahí, mientras el mundo se desmoronaba...intentando leer mientras lloraba.
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